- ¿Cuál es la dosis ideal de rehabilitación que necesita una persona para recuperar sus funciones dañadas tras un ICTUS?
- «Intensidad» y «frecuencia» son dos factores clave a tener en cuenta en los protocolos de tratamiento.
Los Ictus son una de las causas más comunes de discapacidad física en el mundo, ya que la mayoría de los pacientes sufren alteraciones del movimiento.
En el plano de la neurorrehabilitación el objetivo que se persigue a largo plazo es la restauración de las funciones y la mejora funcional.
Hasta ahora, la mayoría de los hallazgos científicos sitúan una ventana temporal de recuperación hasta los 6 meses. A partir de ahí lo esperable ya en fase crónica es que se produzcan mejoras mínimas, hasta incluso se evidencian entrenamientos ineficaces para la recuperación motora, más allá de lo que se logra en la fase aguda tras el accidente.
Además, hay estudios que sitúan un deterioro gradual tras la recuperación inicial después de los 6 meses posteriores al ACV. También se argumenta que la mejora en el entrenamiento en tareas específicas, en muchas ocasiones, no repercute en una ganancia funcional del movimiento en la vida diaria de los pacientes.
Un estudio reciente aborda esta problemática en una investigación realizada sobre el entrenamiento de alta dosis e intensidad en la fase crónica post-ictus.
En este estudio se demuestran cambios clínicamente significativos tanto en el deterioro como en la función, mostrando que las mejoras obtenidas se mantenían trascurridos 6 meses después del entrenamiento.
Los autores remarcan que un factor clave es la dosis y la intensidad del tratamiento administrado. Entendiendo la dosis como el tiempo dedicado a la intervención y la intensidad como la frecuencia de la misma. Y concluyen que los estudios anteriores habían realizado la investigación con dosis y frecuencia inferiores. Y que este factor de dosis e intensidad es clave para la repercusión en las actividades de la vida diaria.
En el programa investigado, varios factores clave fueron considerados para maximizar las ganancias en control motor dentro de las actividades de la vida diaria, incluyendo implementación de un servicio personalizado y adaptativo y un programa de entrenamiento intensivo de tareas motoras con enfoque en la calidad del movimiento, así como implementación de psicoeducación donde se implica y motiva al paciente. Curiosamente los logros alcanzados en estas 90 horas de programa son comparables en magnitud a un ensayo clínico previo que investigó el efecto de 300 horas de rehabilitación de la extremidad superior en un grupo similar pero mucho más pequeño de pacientes.
Los hallazgos de este estudio rompen el techo de recuperación que proponían estudios anteriores. Que encontraban mejoras no significativas tras la ventana de recuperación espontánea post-ictus con los protocolos estándar. De esta forma ese límite estaría sujeto a cambiar si se usa la dosis e intensidad necesaria. Además, la gran mejora en actividades de la vida diaria indica que no se mejoró solo el rendimiento en la tarea sino para otras situaciones donde se requiere movimiento. Incluso estas mejoras se mantienen tras los 6 meses. A este hecho se le une la importancia de la educación, si no hay una implicación del paciente en sus AVDs, esta recuperación pudiera no ser posible.
Estos resultados prometedores indican que es un enfoque que debería considerarse en los centros de neurorrehabilitación. Existen factores como la motivación, la autoeficacia y la confianza que juegan papeles clave en el proceso de intervención y que pudieran ser clave en la ideación del protocolo personalizado que incida realmente en la funcionalidad. Es posible que estos factores influyan participando a través de los circuitos cerebrales de recompensa.
Ahora sería necesario avanzar en la investigación para resolver cuestiones clave como: el umbral mínimo y máximo de intensidad y dosis para cada paciente o ¿cómo funcionan la motivación y los entornos enriquecidos en la recuperación?
En definitiva, seguir investigando para descubrir biomarcadores de los mecanismos de plasticidad cerebral que den pistas sobre estas cuestiones y nos ayuden a saber qué, cómo y cuándo entrenar.
«Solomonow-Avnon D, Mawase FThe dose and intensity matter for chronic strokeJournal of Neurology, Neurosurgery & Psychiatry«