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ATENCIÓN, el filtro de nuestra realidad

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La atención funciona como filtro de los estímulos ambientales, evaluando su relevancia para un procesamiento más profundo. Es, por tanto, una capacidad mediante la cual ponemos en marcha unos procesos que nos permiten ser más receptivos a un determinado estímulo, pudiendo realizar con él una tarea de forma eficaz. Ese estímulo puede ser tanto externo (un libro de texto) como interno (un pensamiento). Es como el zoom de una cámara: ante un sinfín de estímulos ambientales, focalizamos de forma que sólo atendemos a uno en concreto.

Así es, la atención nos permite ser conscientes del mundo que nos rodea. Para ejemplificar cómo funciona vamos a ver el siguiente vídeo:

¿Os habéis dado cuenta de los cambios de colores en sus ropas y el decorado? ¿Y de la presencia del mono cuando lo estaban explicando?

¿Por qué creéis que os ha podido pasar desapercibido algo tan llamativo, si precisamente lo estabais mirando?

La respuesta a estas preguntas es… ATENCIÓN. En los trucos de magia se “juega” con esta capacidad para despistar al público del objetivo principal. Es como una especie de “engaño” a nuestro cerebro.

Como podemos ver, tiene mucha importancia en nuestros procesos cognitivos. Sin este filtro nos veríamos abocados a un auténtico desorden. Es un requisito imprescindible para el resto de capacidades. Sin ella poco podríamos decir del razonamiento matemático, la abstracción verbal, la memoria, etc. Y es que, ¿cómo vamos a conseguir recordar algo a lo que no le hemos prestado atención?

Veamos algunos aspectos a tener en cuenta sobre nuestra capacidad atencional, lo que nos dará pistas a la hora de planificar tareas de rehabilitación para este área:

Cuando la atención permanece orientada hacia algo de forma continuada en el tiempo, estaremos hablando de concentración. En este caso, se produce un gasto de energía y dedicación extra y, si se prolonga en el tiempo, iremos perdiendo efectividad, ya que es imposible mantener la atención indefinidamente. Es decir, nuestra capacidad atencional tiene LÍMITE, se desgasta.

Otro aspecto a tener en cuenta es que puede ser espontánea o voluntaria. En el primer caso se producirá en aquellas situaciones en las que nos topamos con estímulos que no pasan desapercibidos (por ejemplo, un camión de bomberos haciendo sonar la sirena, un dolor intenso en el estómago). Estos estímulos desviarán nuestra atención, harán que nos focalicemos en ellos durante un tiempo corto y respondamos en consecuencia (apartar nuestro coche o ir al médico, para los ejemplos anteriores). La atención espontánea tiene un componente motivacional muy importante. En el segundo caso, la atención voluntaria, necesitaremos invertir energía y esfuerzo consciente. En este caso hablamos de un concepto llamado CONTROL ATENCIONAL. Ser dueños de nuestra atención, no es tarea fácil, ya que debemos sortear para ello ese sin fín de estímulos ambientales (externos e internos) que nos pueden intentar distraer ante una tarea tediosa.

Este último aspecto es importante a la hora de ESTIMULAR o ENTRENAR la ATENCIÓN. En ocasiones, se habla de actividades lúdicas y divertidas como método para estimular la atención, sólo porque se garantiza que la persona que va a realizar la tarea permanece en ella un largo período de tiempo. En estos casos la persona está altamente MOTIVADA para realizar esa actividad (por ejemplo, los niños realizando actividades en una Tablet). Esas actividades NO están fortaleciendo la atención de la persona en estos casos, ya que no hay un esfuerzo consciente de ejercer CONTROL sobre su propia atención. Si no que la motivación está haciendo un papel importante para mantener a la persona orientada a ese estímulo.

Esto no es incompatible con elegir tareas lúdicas o con temáticas llamativas para el paciente. Pero hay que tener en cuenta este aspecto e ir complicando las actividades para llegar a ese momento de control, en el que se le devuelve a la persona el PODER o VOLUNTARIEDAD sobre su FOCO ATENCIONAL, tan importante, para el resto de capacidades cognitivas.

Además del control, otros aspectos a tener en cuenta son: la amplitud (cantidad de estímulos a atender al mismo tiempo), la intensidad («cantidad» o tono atencional) y oscilación (flexibilidad para cambiar el foco de una tarea a otra).

Algunos de los factores que condicionan nuestra capacidad atencional son:

  • Las preocupaciones, el estrés.
  • La fatiga.
  • La motivación, el interés y las expectativas
  • El ambiente (ruido, temperatura, …).

Es una de las capacidades cognitivas que con mayor frecuencia se encuentra dañada o se deteriora en cuadros neurológicos o tras sufrir un daño cerebral adquirido. No obstante, como nos ha demostrado el vídeo, no es necesario sufrir un estado patológico para influir en nuestra atención. Y esto demuestra su FRAGILIDAD.

Las dificultades atencionales más frecuentes que aparecen tras un daño cerebral son (Tirapu, 2017):

  • Dificultad para sostener la atención
  • Aumento del tiempo de reacción
  • Distracciones
  • Falta de persistencia en las actividades iniciadas
  • Incapacidad para inhibir respuestas inmediatas inapropiadas
  • Limitaciones para simultanear varias acciones
  • Incapacidad para desplazar la atención de un acontecimiento a otro.

Como ya hemos podido comprobar, la atención no es un término UNITARIO. Es una capacidad compleja con múltiples componentes. En la literatura existen diversos modelos explicativos que nos sirven de guía para entender mejor el complejo proceso atencional. Estos modelos pueden guiar nuestra práctica clínica durante la valoración e intervención clínica.

  • El primero de ellos es el modelo clínico de Sohlberg y Mateer (1987):
Arousal
Atención focal
Atención sostenida
Atención selectiva
Atención alternante
Atención dividida
  • El segundo es el modelo de Kinsella (1998):
Alerta
Componente atencional posterior (detectar y localizar estímulos en el ambiente)
Componente atencional anterior (resistencia a la interferencia, atención dividida, orientación hacia la «novedad»)
Atención sostenida y vigilancia

Como cualquier capacidad de nuestro cerebro, está sometida a los mismo principios de neuroplasticidad, es decir, LA PODEMOS ENTRENAR PARA MEJORARLA.

A continuación, os dejamos algunas actividades de ejemplo que podemos usar para ejercitar la atención:

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En estas actividades hay que seleccionar estímulos que sigan una secuencia. En los ejemplos propuestos las secuencias son el abecedario y los números. Se pueden utilizar en orden directo o en orden inverso, para aumentar la complejidad, Y, además, podemos introducir tantos condicionantes como queramos. En este caso utilizamos el color como una regla más para la tarea de secuenciación.

Otra posibilidad es realizar tareas propias de cancelación, introduciendo las reglas que consideremos oportunas de acuerdo a la complejidad que nos interese en ese momento (por ejemplo: que los números estén escritos y rodeados con el mismo color, o que tengamos que tachar todos aquellos números que tengan color rojo, etc.)

Además, podemos tener en cuenta el tiempo en el que realiza la actividad (velocidad de procesamiento).

Ejemplos concretos de demandas para el paciente:

  1. Tacha todas las letras que estén escritas en color azul oscuro.
  2. Une las letras que estén escritas en color azul oscuro.
  3. Tacha todos los números que estén escritos y rodeados en el mismo color.
  4. Une todas las letras que estén escritas en color azul oscuro, siguiendo el orden alfabético (directo o inverso).
  5. Tacha todos los números que estén escritos y rodeados en distinto color.
  6. Une los números de menor a mayor que coincidan en color.
  7. Tacha todos los números que contengan color «rojo».
  8.  …

Si quieres saber más, ponte en contacto con nuestro servicio de neuropsicología y resolveremos todas tus dudas.